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La Cabra Payoya tira al monte catalán


Las cabras gaditanas pastando estos días en la finca de la ganadería La Segalla, en Tarragona.

Ganaderos ecológicos importaron a Tarragona una piara de autóctonas gaditanas en 2014 y ahora venden yogures, tartas, cuajadas y quesos azules curados que se pagan a 24 euros por kilo.


Los pastores de Tarragona, Anna Boleda Mas y Pere Artigas, tienen 140 cabras lecheras. No son cabras cualquieras. Raza payoya. Dan leche merengada, tartas, yogures, cuajadas y quesos azules para toda la semana. Beee beee. Cencerros los socios de la ganadería caprina La Segalla han comprado para controlar a la piara en las 50 hectáreas de bosque quemado. En este monte alquilado ahora brota la hierba y el negocio del payoyo en Catalunya. “Nos gustó la raza y compramos 120 cabras en la Serranía de Grazalema en 2014. Es una cabra rústica, alta y alargada”, resalta la ganadera. “Tiene las mamas de forma abolsada, con pezones divergentes de buen tamaño y dirigidos hacia delante y afuera. Dispone de cuernos dirigidos hacía atrás y abiertos en las puntas.”, añade el catálogo oficial de razas en peligro de extinción del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.


Cuatro años después del desembarco del ganado los emprendedores catalanes han empezado a colocar productos lácteos payoyos en el mercado local. La cabra payoya, con 10.700 animales censados en todo el territorio, distribuidos en las provincias de las serranías de Grazalema y Ronda, produce 416 litros durante los 219 días de lactancia, así que con una parte de los 22 mil litros de leche anual y la reciente inversión en equipamiento y tecnología se elaboran derivados que el consumidor celebra: yogures naturales, pasteles, cuajadas y quesos azules curados que se pagan a 24 euros por kilo.


Durante los primeros años de vida del negocio, las cabras de Anna y Pere se encargaron de vigorizar el monte mediterráneo quemado dispersando semillas de especies vegetales endémicas de la comarca en jornadas rutinarias de semilibertad. Por las mañanas, ordeñar y por las tardes, pastorear. El cien por cien de la leche acababa vendida. Y algún cabrito, también. Eran las fuentes de los ingresos.


El siguiente reto que quieren alcanzar los socios ecologistas de La Segalla, pioneros en Catalunya en la comercialización de los productos payoyos, es retener toda la leche que producen las gaditanas en la quesería: “Estamos muy contentos con los resultados de producción de la raza. Hemos empezado a fabricar los primeros quesos y otros lácteos y se venden muy bien. El siguiente objetivo es absorber toda la leche que generamos para elaborarla y vender nuestros propios productos, con lo que tendremos un modo de vida. Esa es nuestra aspiración”, declara Boleda.



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